Le debo al sol
su cómplice mirada.
Al agua,
su ración de aliento.
A la tierra,
el mimo y el sustento.
Le debo al aire
las gracias,
el cumplido
y el favor.
Le debo al cielo
el milagro de ser sucesor.
(Nunca igual,
siempre mejor,
tal vez algo diferente).
Y es que en eso consiste mi labor.
Genealogía abstracta e innegable
de lo que fui...,
un embrión resistente.
Me han confiado la tarea
de ser árbol
y arboleda,
de dar semillas
y frutos.
¡Cuánto peso sobre las finas ramas
de un simple arbusto!
Pero no me quejo señor,
todos padecen de lo mismo.
Agradezco en cambio el vigor
de mantenerme erguido.
Ya llegará el viento que sople,
el hacha que mutile
y el brote que ignore
que algún día he sido.
Le debo a la sombra
de mis propias hojas
la humedad vital
de mi alimento.
Me debo,
(aunque siempre lo olvide),
me debo las gracias... .
.
8 comentarios:
hay que dar gracias a la vida.
Saludos
Gracias Jorge,
un placer tenerte por aquí.
Bienvenido siempre!
Creo que sentiste placer al ser transmisora de tan bellos versos.
Eres genial (aunque siempre lo olvides)
Besos plateados
Excelentes letras
Mi querido Pepe,
es verdad..., siempre lo olvido o jamás he sido consciente de ello.
(Es normal, como éste árbol, todos vemos los defectos y virtudes de los demás con mas claridad).
Gracias por tu comentario y tus hermosas palabras.
Un abrazo amigo!
Emiliano,
¡qué alegría verte por aquí!
Gracias por estar.
Me alegra que te haya gustado.
Saludos amigo!
Caro,
Este poema me ha traído aquí desde poetas anónimos, después de leer Carpe Diem, otra joya.
¡Escribes muy bien!
Gracias por compartirlo
Antonio,
que honor para mi que mis letras me acerquen a otros colegas.
Gracias, no sabes cuanto me halagas.
Un placer contar con tu presencia.
Saludos!
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