No me
detiene la noche,
ni la
oscuridad que en ella gobierna.
Territorio
de libres mariposas negras,
que son
caricias y estrellas.
Decae el
día y la besa.
Tanta es la
pasión que la envuelve,
tantos los
secretos que confiesa.
De pronto
me viste
con ojos
nocturnos.
Y
vulnerable me siento
bajo su inmóvil mirada.
Porque me
pierdo,
¿Quién no
podría?
Tiene armonía,
tiene locura,
es lo rebelde,
es sólo poesía.
Soy el
vaivén de su paso abstracto,
resalta
conmigo el invisible horizonte.
Y me
dejo..., y somos una...,
bruma de
cielo, humedad y luna.
Diseña mis
sueños,
como si
disfrutara.
de observar paciente,
espectadora
callada.
Ella lo
sabe...,
sonríe y
aprueba.
No me
detiene...,
no me
detendrá jamás.