He llegado a conclusiones obvias muchas veces en mi vida, (por no decir a diario). Esas, a las cuales arribamos antes o después y de las que si expresas en voz alta, el oyente queda mirándote como diciendo "gran descubrimiento...", (irónicamente por supuesto).
Anoche, me detuve a pensar en esos "trances" en los que pocas veces tomo conciencia de que estoy intentando olvidarme del "equipaje".
Eventos a los que preferiría no haber asistido. Momentos, en que daría la vida, por cambiar radicalmente.
Procedimientos, que por errados, jamás llegaron al resultado correcto.
Y mientras recapitulaba algunos pasajes, (escenas de las que quedan grabadas de manera indeleble), fui consciente del cúmulo de tiempo perdido en intentar borrar datos registrados.
De pronto vi algo claro... .
¿Cuántos de nosotros vivimos esperanzados de que la memoria sea asaltada cada mañana por un virus mortal?
Uno que elimine solo los datos corrompidos.
Un milagro de selección salvadora en la memoria... .
Y por último me pregunté: ¿y qué pasa si cuando consiga olvidar solo lo defectuoso, ésto coincida paradojicamente con la llegada de la falta de la lucidez?
Me propuse aceptar que todo lo vivido es parte de quien soy.
Tal vez, si intento apreciar cada parte como a un procesador "insuperable", entienda que cada componente es vital y necesario.
