2.6.10

La Sentencia de los Padres


Me han alumbrado sus demonios.

Entre ellos,
se han propagado mis jardines
y se han anunciado mis miedos
como retoños de sus caricias.
La oscuridad fue luz
Su bramido,
el arrullo de mis ninfas.

.

Bendita la pena,
porque ella nos ha eximido de lo inevitable.

Donde el belcebú aún no caído;
es el antro puro del sueño.
Impedidos los dichosos
porque sólo quien ha sufrido,
mudará su sangre por aliento.

¡Amor fue el nuestro!
El que nos condujo a usurpar
el sólo calor del fuego.

.

Ante la voluntad de mis padres me han regresado.

Aversión eterna,
pues conservo la memoria
bajo mi piel calcinada.
Mis pupilas ciegas.
Mi rostro sin reconocer.

Me han despojado de lo justo.
Envuelta entre cenizas,
vagan mis pies sobre los restos
de mis agónicas ninfas.

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