17.8.09

AUTORETRATO


Penumbra
que danza entre muros
de piedra y pobreza.
El instrumento se empapa
de aceites nobles.
La mano tiembla
ante un espejo esclavo,
a punto de ser
mutilado
por la sinceridad.

El pintor
exprime sus dones
ante la imágen envejecida.
Sus trazos,
los cordones,
que unen
la vida con el papel.

A quien retrata
la vista?

Al fiel pulso
obligado
por el artista
o a la vida
misma
encarnada
en un pincel?

El reflejo
del alma ha de verse.


El arte es arte
cuando se expresa
en la presencia
del silencio.

ATRAPAME SI PUEDES


Traigo las alas rotas.


De mi vuelo, tan solo queda
un invisible surco en el cielo.

La memoria de algunas nubes
que se han disuelto.

Vagos trazos
de óleos antiguos
sin retocar.


Mi territorio
ha quedado desprotegido.

Ya no sobrevuelo el nido.

No divido a los vientos,

ni acaricio el sol;
(único elixir en mi soledad).


Tampoco soy parte del paisaje.

De mi encendido plumaje,
ha de verse
una oscura mancha
sobre la hierba.

Ni siquiera muerta.

No sirvo de alimento.
Todavía soy sustento
de insectos ansiosos
por mis huesos.


Los ojos de aquel hombre
que se deleitaban
en mi por la mañana,
simplemente se refrescan
en otras vidas.
Mi ausencia pasa desapercibida
en su dolor.


Quien piensa en la muerte,
es consciente de la vida.

Es su piedad extendida,
mi última esperanza.

Mi visión se empaña.

Un centenar de rosas
perfuman mi aliento.

Ave que se entrega al temor.


Ha sanado mis heridas.

Hemos procreado confianza.

Mi canto se vuelve
alegría en su alma.

Mi vuelo, su ilusión.


Soy ave libre entre sus manos.

Sus ojos,
mi corazón.