Eres el casto espacio
que odia mi oscuridad.
Hablas en pasado,
arrasando con mis noches infinitas.
Sin embargo, vuelves y reivindicas
mi cuerpo..., mi fidelidad.
Vuelvo a suplicarte:
¡Desciende a la profundidad de mi sangre!
Pero jamás llegas a escucharme...,
y te vuelves a marchar.
Pero jamás llegas a escucharme...,
y te vuelves a marchar.
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